Mediante Ninjin: Clash of Carrots, un side-scrolling beat’em up con ninjas antropomórficos -y estética anime-, Pocket Trap apunta a aportar tanta acción como humor en frenéticas batallas.
Ficha técnica
- Fecha de salida: 4/9
- Plataformas: PlayStation 4, Xbox One, Nintendo Switch y PC
- ¿En español?: Sí
- Precio: ARS$699,99 (Steam)
Requisitos mínimos:
- SO: Windows 7
- Procesador: Intel Core 2 Duo o equivalente
- RAM: 2 GB
- Gráficos: Placa con soporte de DirectX 10
- Almacenamiento: 200 MB
Requisitos recomendados:
- SO: Windows 10
- Procesador: Intel i5 (3ª generación) o equivalente
- RAM: 4 GB
- Gráficos:Placa con soporte de DirectX 11
- Almacenamiento: 200 MB
Overtest: zanahorias en peligro
La aldea Usagi está en peligro: el shogun Moe robó las zanahorias y solo Ninjin y su amiga zorro Akai pueden recuperarlas. En un trayecto que los llevará por un Japón feudal con criaturas de todo tipo, deberán utilizar todo el poder de las artes marciales para abrirse camino entre múltiples enemigos. Casi cinco horas de campaña y un cooperativo local u online están incluidos.
Luche y vuelven
Nada más empezar, el juego ya tira todo el arsenal identitario. El protagonista se puede mover en todas las direcciones mientras la cámara lo guía hacia la derecha. El viaje es constante y rápido en el mejor sentido old school. Apenas hay tutoriales y los rivales no tardan en aparecer con estilo.
Ninjin presenta la curva de dificultad que podría haber estado en Cuphead: las primeras facilidades dan paso rápidamente a la complejidad, al tener que coordinar los movimientos para hallar la espalda de los enemigos. El personaje solo puede girar en fases puntuales, el resto depende de la astucia del jugador. Cada oponente cuenta con sus disparos, movimientos, agrupación y hasta una interesante IA.
Para ganar en cada oleada, hay que prestar atención a la vida y a la barra de habilidad que permite ir en carrera hacia adelante y fulminar así a los malvados, o bien, romper las formaciones hacia atrás para esquivar ataques y retomar la iniciativa. La mecánica se reproduce en un círculo virtuoso y adictivo, que no castiga porque sí ni sirve nada en bandeja. De hecho, los bosses elevan el listón y cambian el escenario por completo.
Con las zanahorias recuperadas a la carrera cual Sonic, uno puede adquirir nuevas armas (fijas o de lanzamiento) y vida. La gran variedad de objetos permite personalizar al luchador, que también enfrenta un vasto rango de contrincantes. Sin embargo, aquí llega el punto más flojo: la ganancia de armas es el único motivo para avanzar en la trama que, si bien causa gracia al principio, llega a ser bastante plana con el paso del tiempo.
Además, las propias armas se consiguen tras completar los episodios, o incluso luego de completar los desafíos del Oni TV Show, que brinda infinitas oleadas de enemigos para obtener tesoros. De este modo, la tienda asoma simpática pero no indispensable. No obstante, estas manchas no opacan un gameplay donde la atención a cada obstáculo es clave.
Retratos del pasado
El título flaquea en la repetición de ambientes durante las primeras misiones. Si bien lo compensa con escenarios que van desde exteriores brillantes hasta calles y zonas más oscuras, no hay aportes en interacción o una decoración más trabajada. Lo mismo le ocurre a las melodías.
Por otra parte, el juego muestra cierto caos al momento de enfrentar varios enemigos a la vez, en tanto el mapa de misiones se limita a replicar al del viejo Super Mario Bros. En este marco, el estilo anime queda un poco perdido.
Pero el resto cumple a la perfección, especialmente en diseño y nombres japoneses de enemigos, y cinemáticas (con algunos detalles muy positivos pese a las limitaciones). Hay un arte para cada sitio (la tienda Corgi) o modo (el Oni TV Show); el humor se integra sin caer en ítems demasiado infantiles; la fluidez visual domina la obra, así como un control sin fallas, sea en joystick o teclado.
Finalmente, vale destacar la opción del suavizado que mejora notablemente los diseños pero, al mismo tiempo, no hace extrañar el pixel art con dientes de sierra: su identidad retro está demasiado consolidada como para presentar quejas al respecto.
Conclusión
Ninjin: Clash of Carrots deviene puro entretenimiento. Es justo en lo que ofrece y no pretende ir más allá de lo que realmente puede.
La velocidad y regulación de su gameplay, la forma en que caricaturiza las leyendas japonesas, el apartado del Oni Show y el sistema de progresión son piezas que encajan de manera bastante armoniosa. Asimismo, disimula con presteza sus grietas. Y deja luchar a destajo, o usar las pausas que todo buen guerrero posee.